Ciudad telaraña / 2007
Proyecciones de sombras a partir de dibujos calados en papel.
Las ciudades sutiles.
Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Octavia,
ciudad telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas:
la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas por
cuerdas y cadenas y pasarelas. Uno camina por los travesaños de
madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o se aferra a
las mallas de una red de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos
y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé más abajo
el fondo del despeñadero.
Ésta es la base de la ciudad: una red que sirve para pasar y para
sostener. Todo lo demás, en vez de alzarse encima, cuelga hacia
abajo: escaleras de cuerda, hamacas, casas en forma de bolsa, percheros,
terrazas como navecillas, odres de agua, piqueras de gas, asadores, cestos
colgados de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos,
teleféricos, lámparas, tiestos con plantas de follaje colgante.
Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Octavia es menos
incierta que en otras ciudades. Saben que la resistencia de la red tiene
un límite.
Italo Calvino, de "Las ciudades invisibles" |